esta mañana de recuerdos.
Solo la tenue luz de un insecto fugaz
me trae la remota imagen de tu espalda,
frágil, desnuda, abierta en deseos de caricias
y secretos.
Añado más leña al fuego de la habitación perdida en
mi memoria.
Los lobos aúllan tras de la ventana.
Observo la máquina de escribir dejando escapar tu nombre,
confiado en que te presentaras ante mí
en una nube de versos y silencios muertos.
Deambulo por la habitación conjugando verbos,
pretéritos imperfectos, sueños y misterios,
de lejanas risas en tiempos perfectos.
Entre mis brazos oigo el leve llanto de un niño
que no logro ver.
Lo amamanto con engaños y falsas ilusiones
de que vas a volver.
Pero la verdad no es esa.
Dejaré que los lobos entren
y se alimenten de los pocos restos que dejaste de mí.
Me uniré al aullido eterno de mis captores
y sangraré todo lo que no me atreví a decirte
en mi cobarde huida.
Termino el poema y me fundo en la nada. (Punto y final)
Jaime López
2 comentarios:
Hacía tiempo que no leía nada nuevo tuyo en verso y me has sorprendido gratamente al saber que estás en forma como suelo decir a todos los escritores que admiro pero jamás lograré ser como ellos estás mejorando sigue así muchacho.
Gracias, amigo.
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