FLASH DE NOVEDADES:

Citas de Heinrich Heine: "Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía" █ "Los sabios emiten ideas nuevas; los necios las expanden". █ "La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca". █ "Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres". █ "Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión."

Ciudadanos de Babia

23.1.10

La oscura historia de la prima Montse (Fragmento)

(...) En una de las sillas extremas, la señorita Montse, sola, acodada a la mesa, escribe en una libreta. Lleva el pelo recogido en un moño y se adorna con un clavel rojo. La chica llega hasta ella y se para, la mira en silencio, luego deposita el paquete sobre la mesa. La señorita levanta la cabeza y sonríe:
-Hola, hola, ¿quién es esta chica tan bonita?
Le indica que se acerque más. En la sala de juegos, los aspirantes ven salir a los últimos miembros de la reunión y ya rodean las mesas disponiéndose al asalto.
-¿Eres dé la parroquia?
-No, señorita.
Y acto seguido, sin apartar los ojos de la caja de zapatos, de su boca dura y agresiva brotan palabras atropelladas: ¿podría la señorita hacer llegar este paquete a alguien que está en la cárcel y que nadie va a ver, ni ella, porque ella prefiere no volver a verle nunca más...? Ha oído decir que las señoritas de la parroquia también se ocupan de los presos.
-¿Qué hay en el paquete?
-Comida.
-¿Es pariente tuyo? -Ahora la chica mira con desconfianza-. No temas nada, te ayudaremos. ¿Es un pariente?
-No, señorita.
La señorita Montse le dice que se siente, que se tranquilice, se hará lo que se pueda. Ella no quiere sentarse, tiene prisa.
—Tenemos que saber por qué está preso y cómo se llama -dice la señorita, siempre sonriente. La muchacha titubea, la señorita saca una agenda del bolso, la abre. En la sala de juegos aumentan el griterío y la violencia, un niño llora-. Veamos. ¿No tiene familia, dices que nadie ha ido a verle?
-Nadie, señorita.
Montse Claramunt toma nota. Ella se acerca más, mira por encima del hombro de la señorita y responde a sus preguntas en voz baja y de prisa: «Por ladrón, señorita, por eso está allí». El niño llora a lágrima viva, ahora le atiende una aspirante del equipo de baloncesto. Nuria Claramunt entra en la sala de reuniones a la patacoja, sostenida por la entrenadora suplente y una compañera, que la sientan en una silla. «No es nada», dice para tranquilizar a su hermana. La señorita Montse se inclina de nuevo sobre la agenda, mueve el bolígrafo con rapidez. (...)

Juan Marsé

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