FLASH DE NOVEDADES:

Citas de Heinrich Heine: "Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía" █ "Los sabios emiten ideas nuevas; los necios las expanden". █ "La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca". █ "Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres". █ "Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión."

Ciudadanos de Babia

25.4.11

Retrato del artista adolescente (fragmento)

(...)
Jack Lawton le estaba mirando desde su sitio. La pequeña escarapela con la rosa roja le caía muy bien, porque llevaba una blusa azul de marinero. Stephen sintió que su cara estaba roja también, y pensó en todas las apuestas que había cruzadas sobre quién ganaría el primer puesto en Nociones, Jack Lawton o él. Algunas semanas ganaba Jack Lawton la tarjeta de primero, y otras él. Su escarapela de seda blanca vibraba y vibraba, mientras trabajaba en el siguiente problema y oía la voz del Padre Arnall. Después, todo su ahínco pasó, y sintió que tenía la cara completamente fría. Pensó que debía de tener la cara blanca, pues la notaba tan fría. No podía resolver el problema, pero no importaba. Rosas blancas y rosas rojas: ¡qué colores tan bonitos para estarse pensando en ellos! Y las tarjetas del primer puesto y del segundo y del tercero también tenían unos colores muy bonitos: rosa, crema y azul pálido. Y también era hermoso pensar en rosas crema y rosas rosa. Tal vez una rosa silvestre podría tener esos colores, y se acordó de .la canción de las flores de las rosas silvestres en el pradecito verde. Pero lo que no podría haber era una rosa verde. Quizá la hubiera en alguna parte del mundo. 

Sonó la campana, y los alumnos comenzaron a salir de la clase hacia el refectorio, a lo largo de los tránsitos. Se sentó mirando los dos moldes de mantequilla que había en su plato, pero no pudo comer el pan húmedo. El mantel estaba húmedo y blando. Se bebió de un trago, sin embargo, el té que le echó en la taza un marmitón zafio, ceñido de un delantal blanco. Pensaba si el delantal del marmitón estaría húmedo también, o si todas las cosas blancas serían húmedas y frías. Roche el Malo y Saurín bebían cacao: se lo enviaban sus familias en latas. Decían que no podían beber aquel té, porque era como agua de fregar. Decían que sus padres eran magistrados. 

Todos los chicos le parecían muy extraños. Todos tenían padres y madres, y trajes y voces diferentes. Y deseaba estar en casa y reclinar la cabeza en el regazo de su madre. Pero no podía; y lo que quería, por lo menos, era que se acabaran el juego y el estudio y las oraciones para estar en la cama. 

(...)

James Joyce

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