FLASH DE NOVEDADES:

Citas de Heinrich Heine: "Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía" █ "Los sabios emiten ideas nuevas; los necios las expanden". █ "La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca". █ "Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres". █ "Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión."

Ciudadanos de Babia

9.5.10

Los escritores ¿nacen o se hacen?

Se jactaba Rubén Darío de que a los diez años ya escribía versos "sin nunca cometer una sola falta de ritmo".
Tal vez Darío forzaba un poco las fechas de modo de quedar como irrebatible niño prodigio. Sin embargo, hay otros casos de autores precoces. Por ejemplo, Mario Vargas Llosa, que a los 26 años merecía el Premio Biblioteca Breve con una novela tan buena y madura como La ciudad y los perros.

Otros creadores, por su parte, no se cansaron de repetir que el trabajo es la base de las grandes obras. Decía Picasso: "Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando"; en la misma línea, resumía el poeta Baudelaire: "La inspiración es el trabajo". Y el inventor Thomas Edison llegó a establecer: "El genio es 1% de inspiración y 99% por ciento de transpiración".

La pregunta es: el arte literario ¿es don innato o talento desarrollado con práctica y tesón? ¿O es un poco y un poco, y ninguno del todo por sí mismo? Dicho de otro modo, un escritor ¿nace o se hace?

En el blog, hemos volcado las recomendaciones de escritura (algunas en forma de decálogo) de autores muy virtuosos. Pero, nuevamente, ¿se puede enseñar a escribir?

Y, si así fuera, ¿cuál sería el mejor modo de aprender? ¿Talleres y cursos? ¿Volúmenes y volúmenes de lectura? ¿Práctica paciente de la escritura, por sobre todo?

Decálogo del escritor, por Augusto Monterroso*

Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo.
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor, de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.


*Augusto Monterroso (guatemalteco, 1921-2003) vivió la mayor parte de su vida en México. En su obra -de prosa concisa, accesible, claramente inclinada a la parodia, la fábula, el absurdo, el humor negro y la paradoja- se destacan los títulos Obras completas (y otros cuentos) (1959), La oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento perpetuo (1972) y la novela Lo demás es silencio (1978).

Fue galardonado con el premio Villaurrutia en 1975 y en 1988, con la condecoración del Águila Azteca. En 1996, recibió el Premio Juan Rulfo de narrativa.

5 comentarios:

judith dijo...

Que gran verdad escribes en tu escrito. Yo considero que no es suficiente el talento, hay que pulirse, pulirse y seguir aprendiendo. Ser humilde en el camino porque nadie se la sabe todas. Y con respecto a ser mejor escritor, no hay recetas, cada quien es unico, y cubre sus necesidades. Y sobre todo leer, leer, leer, aunque a veces cuesta por el tiempo por nuestros compromisos laborales, siempre es positivo para la escritura. Por lo menos a mi me ocurrio asi.

Jaume dijo...

Totalmente de acuerdo con tus palabras, Judith.

Un fuerte abrazo.

Juliet Earth dijo...

Asombroso !!!!! excelentes consejos, haber si luego te das una vuelta a mi blog que pienso, por esto mismo, que te agradaria.

Jaume dijo...

Así lo haré, Juliet.
Bienvenida a Babia.

Martikka dijo...

Un poco de talento y un mucho de tesón y trabajo. Un escritor se hace escribiendo y reescribiendo.
Por cierto, me encanta el noveno consejo de Monterroso. Creer en uno pero no tanto, sólo en épocas de dudas.

¡Saludos!

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