Desde su balcón, cercado de cotillas ventanas (excepto por una esquina) observa un fragmento del bosque que rodea el pueblo. Se relaja en su hamaca y detiene su mirada en los altísimos árboles que se yerguen al cielo buscando aire respirable.
Él busca lo mismo. Se leva sobre los edificios... Sin embargo, el griterío silencioso de la creación del hombre, le sesga las alas y le hace aterrizar.
Entonces, respira profundamente para recuperar el sosiego y elevar el pensamiento: inhala el olor indefinible que oculta la naturaleza zarceada, y exhala los asfixiantes edificios ¡El sosiego no llega!; inhala la inmensidad salobre de los océanos y exhala el desasosiego que intenta instalarse en su pecho. ¡El desasosiego se instala!
Entonces, acongojado, se levanta de la hamaca para observar detenidamente a los edificios de su entorno que, sumergidos en lágrimas, emergen de una tierra violada.
Asunción Mellado
1 comentario:
Precioso. Se denota perfectamente el estado de ánimo de la autora. Me ha sorprendido gratamente.
La fotografía también ha sido excelentemente escogida.
Felicidades a la escritora.
Ar.
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