La cita es a las diez en el hotel Hesperia de Madrid. Nos acompaña Ewa Tures, "periodista de homicidios y colega de Stieg durante once años", se presenta, que ejerce de amiga y apoyo. Gabrielsson llena un plato de fruta pelada, sobre todo naranjas ("al menos aquí saben a algo", sonríe) y prueba todos los quesos del buffet, especialmente el manchego. Arquitecta de 54 años, Eva ha viajado a Madrid a recoger por Stieg el V Premio del Observatorio de la violencia de género por su labor en la erradicación del problema. Lo que nos lleva a la primera pregunta: ¿De dónde cree que nació su interés por el tema? Y el desayuno arranca con una revelación sorprendente: "A los 14 años, estando de camping, Stieg fue testigo de la violación de una chica por parte de sus amigos. Días más tarde se la cruzó por la calle y se acercó a pedirle perdón por no haberlo evitado, pero ella le rechazó. Siempre se sintió culpable. Le marcó y quizá por eso...".
La siguiente pregunta es obligada: ¿Por qué no se casaron? Mil veces lo ha repetido y mil más lo repetirá: "Stieg escribía sobre grupos de extrema derecha, estaba amenazado. No nos casamos por seguridad, para no figurar en ningún registro público. Me di cuenta de que eso iba a traer problemas cinco meses tras su muerte. Tuve que mandarle a su padre, con el que apenas tenía relación, un inventario de sus posesiones. Poco más tarde me enteré de que había vendido los derechos cinematográficos de Millennium. Así que me tragué el dolor y pospuse mi duelo para enfrentarme al hecho de que estaban traficando con su legado".
Eva no perdona al padre y al hermano de Larsson, beneficiarios de su herencia. "Lo peor fue cuando ofrecieron intercambiar el ordenador de Stieg, que yo tengo, por la mitad de nuestro piso que ellos heredaron y que sólo mide 56,5 metros cuadrados", puntualiza. Tampoco perdona a la editora de Millennium -"la ley es la ley, me dice"-, ni a Expo, la revista que fundó Larsson y que recibe financiación del padre del escritor. Les reprocha que no hayan alzado la voz en su defensa, como sí lo ha hecho la revista antifascista Searchlight, en la que Larsson colaboró, y que anima a participar en el proyecto supporteva.com, que lleva recaudados para Eva 7.000 euros de lectores solidarios.
Gabrielsson, que ha necesitado tratamiento, viaja por el mundo de homenaje en homenaje al que fue su pareja durante tres décadas. "¿Cuál sería la alternativa? ¿Que fueran ellos o su editora? Ni hablar. Yo no tengo nada de lo que avergonzarme. Otros sí". Y por fin llegamos a la última pregunta, la que estarán esperando los fans acérrimos de Millennium, ¿Qué va a suceder con el borrador de la cuarta entrega, que se encuentra en posesión de Eva? "No quiero prostituir su legado, ya pensaré en ello cuando tenga una idea brillante. Sí he escrito un libro contando el año tras la muerte de Stieg. Sobre unos hombres que también odian a las mujeres".
1 comentario:
Vaya. Cuando se descubre qué hay detrás de una trama tan larguísima de una trilogía o tetralogía es impresionante, al menos en este caso.
He quedado impactada.
Lo demás, es horrible. Todos se escupen por el dinero y dejan de honrar la memoria del ser querido. Siempre me ha parecido bochornoso.
Pero me gusta que tomase conciencia y se extendiese sobre el tema. Al fin y al cabo, con la fama de los libros, reflexionaremos bastante. Al menos a mí me han entrado ganas de leer sus libros. Pero sacados de la biblioteca, eso sí.
Gracias, Jaime. Genial noticia.
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