las nubes pardas de oro perfilando,
y con su luz los montes matizando
ilustra el campo su zafir hermoso.
Veloz pasa su curso muy furioso
y cuando la quietud solicitando
halla otro mundo que voceando
al sol le pide su esplendor hermoso,
a la campaña salgo defendido
de fuertes rayos de mi estoque ardiente
a quien se rinde el bárbaro vencido.
Y cuando del descanso solamente
busco un instante, torpe mi sentido
me acomete el amor eternamente.
Tirso de Molina
(de La joya de las montañas, I, 7)
(de La joya de las montañas, I, 7)
3 comentarios:
Nunca imaginé así a Tirso de Molina ni hubiese dicho que ese soneto era suyo. Es que no se le parece en nada a la ácida obra a él atribuida "El Burlador de Sevilla y Convidado de Piedra". En fin, eso demuestra que cultivaba muy bien distintos géneros y que me queda mucho por leer, y ambas cosas me encantan.
Gracias, Jaime. Ya he aprendido más.
Sin duda Tirso es uno de los grandes de las letras españolas. El soneto, breve pero muy intenso. Y ese Sol radiante, los calores, el amor...
Besitos Arwen.
Babia no era lo mismo sin ti, Jaime.
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