Cagatintas, s. Funcionario útil que con frecuencia dirige un periódico.
En esta función está estrechamente ligado al chantajista por el
vínculo de la ocasional identidad; en realidad el cagatintas no es más
que el chantajista bajo otro aspecto, aunque este último aparece a menudo
como una especie independiente. El cagatintismo es más despreciable
que el chantaje, así como el estafador es más despreciable que el
asaltante de caminos.
Caimán, s. Cocodrilo de América, superior, en todo, al cocodrilo
de las decadentes monarquías del Viejo Mundo. Herodoto dice que, el
Indus es, con una excepción, el único río que produce cocodrilos; estos,
sin embargo, parecen haberse trasladado al Oeste, y haber crecido
con los otros ríos.
Calamidad, s. Recordatorio evidente e inconfundible de que las
cosas de esta vida no obedecen a nuestra voluntad. Hay dos clases de
calamidades: las desgracias propias y la buena suerte ajena.
Camello, s. Cuadrúpedo (“Palmipes Jorobidorsus”) muy apreciado
en el negocio circense. Hay dos clases de camellos: el camello
propiamente dicho y el camello impropiamente dicho. Este último es el
que siempre se exhibe.
Camino, s. Faja de tierra que permite ir de donde uno está cansado
a donde es inútil ir.
Candidatear, s. Someter a alguien al más elevado impuesto político.
Proponer una persona adecuada para que sea enlodada y abucheada
por la oposición.
Candidato, s. Caballero modesto que renuncia a la distinción de
la vida privada y busca afanosamente la honorable oscuridad de la
función pública.
Cangrejo, s. Pequeño crustáceo parecido a la langosta, aunque
menos indigerible.
En este animalito está admirablemente figurada y simbolizada la
sabiduría humana; porque así como el cangrejo se mueve sólo hacia
atrás, y sólo puede tener una mirada retrospectiva, no viendo otra cosa
que los peligros ya pasados, así la sabiduría del hombre no le permite
eludir las locuras que asedian su marcha, sino únicamente aprender su
naturaleza con posterioridad.
Sir James Merrivale.
Caníbal, s. Gastrónomo de la vieja escuela, que conserva los
gustos simples y la dieta natural de la época preporcina.
En esta función está estrechamente ligado al chantajista por el
vínculo de la ocasional identidad; en realidad el cagatintas no es más
que el chantajista bajo otro aspecto, aunque este último aparece a menudo
como una especie independiente. El cagatintismo es más despreciable
que el chantaje, así como el estafador es más despreciable que el
asaltante de caminos.
Caimán, s. Cocodrilo de América, superior, en todo, al cocodrilo
de las decadentes monarquías del Viejo Mundo. Herodoto dice que, el
Indus es, con una excepción, el único río que produce cocodrilos; estos,
sin embargo, parecen haberse trasladado al Oeste, y haber crecido
con los otros ríos.
Calamidad, s. Recordatorio evidente e inconfundible de que las
cosas de esta vida no obedecen a nuestra voluntad. Hay dos clases de
calamidades: las desgracias propias y la buena suerte ajena.
Camello, s. Cuadrúpedo (“Palmipes Jorobidorsus”) muy apreciado
en el negocio circense. Hay dos clases de camellos: el camello
propiamente dicho y el camello impropiamente dicho. Este último es el
que siempre se exhibe.
Camino, s. Faja de tierra que permite ir de donde uno está cansado
a donde es inútil ir.
Candidatear, s. Someter a alguien al más elevado impuesto político.
Proponer una persona adecuada para que sea enlodada y abucheada
por la oposición.
Candidato, s. Caballero modesto que renuncia a la distinción de
la vida privada y busca afanosamente la honorable oscuridad de la
función pública.
Cangrejo, s. Pequeño crustáceo parecido a la langosta, aunque
menos indigerible.
En este animalito está admirablemente figurada y simbolizada la
sabiduría humana; porque así como el cangrejo se mueve sólo hacia
atrás, y sólo puede tener una mirada retrospectiva, no viendo otra cosa
que los peligros ya pasados, así la sabiduría del hombre no le permite
eludir las locuras que asedian su marcha, sino únicamente aprender su
naturaleza con posterioridad.
Sir James Merrivale.
Caníbal, s. Gastrónomo de la vieja escuela, que conserva los
gustos simples y la dieta natural de la época preporcina.
3 comentarios:
Aaah! Me acabas de hacer recordar ese libro, el diccionario del diablo, lo debo tener en alguna parte... Estaba genial!
Las definiciones son verdaderamente curiosas. Desde luego. No sabía que lo tuvieses, Cyllan.
Saludos, amiga.
Es una de mis secciones favoritas este divertido diccionario. Bierce define de una manera muy perversa todas esa palabras. Muy a tener en cuenta muchas, no todas.
Besitos a las señoritas Cyllan y Arwen.
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