
Aquellos que beben de sus aguas, se dice, que si miran al fondo del lago y la suerte les acompaña, pueden distinguir el rostro de la malograda muchacha. El cual sonríe entre lágrimas tan brillantes como el nácar.
Tras repostar una noche, el grupo coge fuerzas e inspiración para su largo viaje. Su aventura no ha hecho mas que comenzar. El camino les acoge de nuevo.
Continuará...
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