El aire en ese día del once de agosto se enfrió un poco y la luz era menos intensa, mágica e irreal, durante las dos horas y media – aproximadamente -, que duró el acontecimiento. Como presagiando algo diferente mezclando la realidad con la dimensión sutil. La atmósfera era densa, cargada de partículas de metal.
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Francisca López©2000
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