¡Que no siga la noche, que no siga!
Que detenga su punzón de ademán hiriente
hambriento de dolor, fuego, oquedad,
silencio.
Parad ese cuchillo de hoja firme
hundido en lo más hondo de los corazones tiernos.
No hay sueño, no hay posibilidad de concordia
en un alma que se retuerce
atormentada en su reflejo
de mil espejos.
Así acontece en este instante
ya tiempo en el tiempo,
en este silencio brutal que araña horas yertas
y se disfraza después de esperanza, vida
y caricia de viento.
Que no siga la noche, que no siga, ¡detenedla
y devolvedla a su infierno!
Pepe Rubianes
1 comentario:
No quiero que siga
quiero detenerla.
Llevo en mis manos
mil primaveras.
Míralas, por favor,
huélelas, siente la paz,
déjame que saque el cuchillo
de tus entrañas,
que la sangre que ves
solo es la herida,
la huella que dejó
cuando ayer saqué el mío.
No te asustes más,
que la noche ha pasado
y con paños de agua fría
alivié tu frente
para espantar la pesadilla.
La locura se fue.
No era la mía.
Que no merecemos el dolor
de nuestros corazones tiernos,
que yo te quiero quitar
el puñal que te hace sangrar
y desenmascarar.
Salir a la calle sin fingir
sin nada que curar ya.
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