Otoño de violines y contrabajos.
Ardillas ruidosas, hijas de la niebla nocturna,
de los días de carmín oscuro.
Un ramal de flores muertas teclean
al viento un compás para el olvido,
donde los niños sin cesar orinan
sus gritos y desvaríos.
En este otoño de locos extraviados,
de la insoportable indiferencia
que nos tiene a todos embriagados.
Nace la hojarasca de los saludos de palacio,
de árboles de noble cuna y raíz de cielo bajo.
Estupor de inocentes adolescentes,
al contemplar a lo lejos, cómo los amantes sin remedio
se queman en abrazos, besos y recuerdos.
Otoño en mis versos, en mis manos.
Violines y contrabajos.
Jaime López
22 de octubre de 2010
2 comentarios:
te quedo fulll, lírica para un buen Jazz.
un abrazo
Gracias reltih.
No habia pensado en ello.
:-)
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