Por más tiempo que paso con ella
menos la comprendo.
Me enoja con sus palabras,
tal vez para darme miedo.
Intentando que me agazape en algún
lugar de mis sombras
o hacerme quebrar
como un cristal punzante.
Me obliga a deshacerme de mí
con fugaces ensoñaciones,
que no me llevan a ninguna parte.
Solo me atontan y en este trance,
una fina linea de saliva,
divide mi dolor con mi alma.
Que extraña eres, soledad.
Que retorcida amante me he buscado
entre tus brazos.
Pues me das lo que me quitas
y me quitas lentamente mi vida,
en tu susurrante nana, de la que
tanto me cuesta despertar.
(Poema compuesto mientras sonaba el
Nocturno n 14 Op 48 n 2 Fa# menor,
ARTHUR RUBINSTEIN.)
Nocturno n 14 Op 48 n 2 Fa# menor,
ARTHUR RUBINSTEIN.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario