Mi asistenta de hogar, apatía,
empuja mi silla de ruedas, sin saber donde
llevarme.
Del balcón al escritorio, pasando por la
cocina, los baños y el comedor.
La tengo agotada de tanto viaje
sin rumbo ni sentido.
Doña apatía, sufre en silencio.
La veo marchitarse cada atardecer.
El sol la saluda a lo lejos y
ella empapada en lágrimas ni lo ve.
Este puente de San Juan marcha de mi casa,
lejos de todo lo que conoce.
Bailará desnuda frente a un fuego
y en gritos se unirá al firmamento.
No creo que vuelva a verla. Me alegro por ella.
Pero apatía y yo, no nos comprendemos.
¡Buen viaje señora, regrese en invierno!
empuja mi silla de ruedas, sin saber donde
llevarme.
Del balcón al escritorio, pasando por la
cocina, los baños y el comedor.
La tengo agotada de tanto viaje
sin rumbo ni sentido.
Doña apatía, sufre en silencio.
La veo marchitarse cada atardecer.
El sol la saluda a lo lejos y
ella empapada en lágrimas ni lo ve.
Este puente de San Juan marcha de mi casa,
lejos de todo lo que conoce.
Bailará desnuda frente a un fuego
y en gritos se unirá al firmamento.
No creo que vuelva a verla. Me alegro por ella.
Pero apatía y yo, no nos comprendemos.
¡Buen viaje señora, regrese en invierno!
1 comentario:
Genial, brillante, repleto de humor y sensibilidad.
Un fuerte abrazo.
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