FLASH DE NOVEDADES:

Citas de Heinrich Heine: "Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía" █ "Los sabios emiten ideas nuevas; los necios las expanden". █ "La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca". █ "Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres". █ "Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión."

Ciudadanos de Babia

31.5.10

El diario de Glória Cuchillo: Órigen de mi huída

No fué sonoro el golpe que me dió y me hizo caer al suelo. En la habitación de al lado dormía Gabrielita su siesta diaria. Miré hacia la pared esperando no escuchar su llanto. La mano de piedra de Juan -mi maltratador marido y padre de mi hija-, me agarró de mi cabellera intentado provocarme un grito, un lamento que quebrara aquel terrorífico silencio, coloreado por una fina linea sanguilonienta de mi labio. No le dejé ganar en su próposito de hacerme gritar y así añadir a aquel campo de batalla, el llanto de mi hija. Sabía que si el oyera llorar a nuestra hija, no dudaria en culparme y así justificar su siguiente golpe. Pude mirarle a los ojos, aquellos ojos verdes que un día me hicieron creer en el amor. Ahora eran frios y siniestros, vacios de bondad. Miraban a los míos como desconocidos. Pude agarrarme ha algo que no recuerdo, coger fuerzas, aire y amor própio. Le escupí con veneno a su rostro, esperando verle caer al suelo de dolor y arrepentimiento. Deshaciendose en su própia mierda, de alcohol, putas y frustraciones. Con una explosion de colores, desapareciendo de nuestras vidas para siempre. Pero no fué así. Me agarró del cuello con enérgica fúria, esperando oir algun gemido salir de mis labios. Me condujo hacia el fregadero, casi volaban mis pies del suelo, pensé, que si la muerte me llevaba en ese momento levitaría como un angel y le dejaría allí, con todos sus problemas terrenales muriendo cada día un poco. Pero mi hija estaba allí tambien. El imaginar una vida junto a un padre como aquel, me hizo quemar la sangre que bombeaba mi corazón. Como si mis dedos fueran mis ojos, atraparon un cuchillo que descansaba en el interior de un vaso vacío. Lo agarré con fuerza y de una orden interior lo clavé en su cuello, provocando que su mano me dejase respirar. El intentaba arrancarselo pero no sé porque motivo no lograba capturarlo con sus manos, era como si le fallara la coordinacián de sus brazos, a la par que sus ojos miraban a todas partes buscando como una respuesta a lo que le sucedía. Estaba estupefacta, no podía mover mis pies. Solo intentaba recuperara el oxigeno que me faltaba para poder volver a sentirme viva. Un fino chorro de sangre surtia a cada latido del corazón de Juan, que palidecia y perdía el equilibrio, cayendo al suelo boca arriba. Escuche como su respiración era cada vez más difícil, como le costaba dejar entrar aire a sus pulmones. Poco a poco iba disminuyendo su ritmo respiratorio. Desde mi posición, le veía desaparecer y consumirse en leves bocanadas de vida. Observé su pecho dejar de moverse. Quedó en silencio. Me dejé caer al suelo derrumbada de un terrible peso que cayó sobre mí en ese instante. Habia matado al padre de mi hija. Debía escapar del lugar, esa misma noche.

Continuará...

Glória Cuchillo

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