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Ciudadanos de Babia

6.3.10

Hurtado de Mendoza, el autor del «Lazarillo»


Uno de los pocos retratos documentados de Diego Hurtado de Mendoza.


Sábado 06 de marzo de 2010
Oviedo, E.G.
Sociedad
Hurtado de Mendoza, el autor del «Lazarillo»

Aparece el primer documento que vincula al diplomático y militar andaluz con una de las obras cumbre de la literatura española

Oviedo, E. G.

Diego Hurtado de Mendoza nació a la par que el siglo XVI. Hijo del capitán general del Reino de Granada, recién terminada la Reconquista, hizo carrera militar y diplomática con Carlos V y fue amigo de la mismísima Teresa de Jesús. Su biografía está plagada de grandes hechos, pero nada comparado con el protagonismo que acaba de alcanzar 445 años después de su muerte: ser el más que probable autor de «El Lazarillo de Tormes», una de las cumbres de la literatura española.

El descubrimiento tiene nombre propio, la paleógrafa madrileña Mercedes Agulló, de 84 años de edad y toda una vida entre documentos históricos. Un libro inminente explicará los pormenores de una investigación que culminó con el estudio de la documentación de un tal Juan López de Velasco, cosmógrafo en la corte de Felipe II.

El destino deparó a López de Velasco ser encargado de la administración de la hacienda de Hurtado de Mendoza, y en la relación que hace de los papeles de Mendoza se incluye un epígrafe que dice: «un legajo de correcciones hechas para la impresión de Lazarillo y Propaladia».

El nombre de Hurtado de Mendoza siempre había sonado como posible autor del «Lazarillo», pero nunca hubo prueba documental alguna que avalara tal suposición, así que la autoría de la gran novela picaresca española es uno de los grandes misterios de nuestra literatura. La referencia al legajo con correcciones del «Lazarillo» en poder de Mendoza no es definitiva, pero casi. Se sabe que Hurtado de Mendoza era un hombre culto, amigo de Baltasar Gracián (puede que también de Lope de Vega) y nieto del marqués de Santillana.

Una sombra en la teoría es el añadido de Propaladia, una obra con autor conocido, Bartolomé de Torres Naharro, con quien Hurtado de Mendoza pudo coincidir en tierras italianas. La propia Mercedes Agulló afirma que no hay nada definitivo y quizás nunca llegue a confirmarse la autoría al cien por cien.

«El Lazarillo de Tormes» salió a la luz en 1554, sin nombre de autor. Cuestión de prevención, quizá, porque efectivamente la obra pasó al cajón de los libros prohibidos a las primeras de cambio. Se sabe que en 1559 ya estaba incluido en el catálogo de obras censuradas, pero «El Lazarillo» siguió creciendo con, al menos, cuatro ediciones antes del final del siglo XVI, algunas ya tras la muerte en 1575 de quien ahora se perfila como su autor.
Juan López de Velasco y Diego Hurtado de Mendoza se conocían, quizá gracias a «El Lazarillo». Velasco fue el encargado en 1573 de censurarlo a fin de que la obra pudiera librarse de la «cárcel» del catálogo de libros prohibidos. Aquella liberación literaria cogió a Mendoza ya con 73 años, pero flota la duda de si en las modificaciones a la novela original intervino el propio autor. Es en ese año de 1573 cuando se publica «Lazarillo de Tormes castigado», que era la fórmula para expresar aquellos títulos que habían sido sujetos a revisión moral. Para que no hubiera dudas, la edición incluye en portada «Impreso con licencia del Consejo de la Santa Inquisición.


Ha sido una gran suerte que haya filólogos con este entusiasmo de no desistir nunca del estudio y la investigación, pues ahora sabemos por fin que esta gran obra, considerada como la primera novela de la lengua española renacentista ya no es anónima, al menos de momento.
Es increíble cómo a través de la paleografía podemos estudiar los manuscritos y las diferentes tipografías de letras.
Admiro a esta Señora quien, con tesón y estudio, con su inteligencia y disciplina, ha sabido darnos mucho más a la literatura española.
Imagino ya en las aulas un nombre más que aprender, pero a mí me emociona como le tuvo que emocionar a ella llegar a la conclusión final, al último dato que lo corroboraba por fin para concluir: es de él.
La autoría de una obra es importante a través de la historia de la literatura universal. Ya sabíamos que es una novela importante. Ahora, al ponerle el nombre del autor, me pregunto qué nuevas teorías saldrán al respecto.
Suele pasar casi siempre. Tras un nombre ya hay más de una crítica. El libro va a ser leído con otros ojos y se elaborarán nuevas teorías, pero siempre seguirá siendo el eterno Lazarillo conduciendo al ciego, nuestro Lázaro de Tormes, engañando y escarmentando, tan dulce y tan mordaz, tan pícaro y tan real...la picaresca en España. Toda una época. Tal vez el libro que mejor la retrata.
Un libro maravilloso que nadie debería dejar de leer.

Carolina Torrecilla García. Málaga, a 6 de marzo de 2010.

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