La más elevada, así como la más baja de las formas de crítica, son una manera de autobiografía. Los que encuentran intenciones feas en cosas bellas están corrompidos sin ser encantadores. Esto es un defecto.
Los que encuentran bellas intenciones en cosas bellas, son cultos. A estos les queda la esperanza.
Existen los elegidos para quienes las cosas bellas significan únicamente belleza.
(...)
Ningún artista tiene simpatías éticas. Una simpatía ética en un artista constituye un amaneramiento imperdonable de estilo.
Ningún artista es nunca morboso. El artista puede expresarlo todo.
Pensamiento y lenguaje son, para el artista, instrumentos de un arte.
Vicio y virtud son, para el artista, materiales de un arte.
Desde el punto de vista de la forma, el modelo de todas las artes es el del músico. Desde el punto de vista del sentimiento, la profesión de actor.
Todo arte es, a la vez, superficie y símbolo.
Los que buscan bajo la superficie lo hacen a su propio riesgo. Los que intentan descifrar el símbolo lo hacen también a su propio riesgo.
Es al espectador, y no la vida, a quien refleja realmente el arte.
La diversidad de opiniones sobre una obra de arte indica que la obra es nueva, compleja y vital. Cuando los críticos difieren, el artista está de acuerdo consigo mismo.
Podemos perdonar a un hombre el haber hecho una cosa útil, en tanto que no la admire. La única disculpa de haber hecho una cosa inútil es admirarla intensamente.
Todo arte es completamente inútil."
*Oscar Wilde nació en Dublín y se educó allí y en Oxford. Escribió novelas, cuentos (también infantiles) y comedias, entre las que se destacan El retrato de Dorian Gray, Una mujer sin importancia, Un marido ideal y La importancia de llamarse Ernesto.
Se lo considera representante del decadentismo vanguardista. El ingenio y la sagacidad que muestra como escritor lo ubican como uno de los grandes de la literatura universal.
2 comentarios:
"REVELAR EL ARTE Y OCULTAR AL ARTISTA ES LA FINALIDAD DEL ESCRITOR"
Me parece una sentencia bastante sabia, pues últimamente con tanto exceso de marketing en ventas y demás corremos el riesgo de comprar un poco al autor en lugar de la obra, y eso tiene un peso casi imperdonable, pues quizá nos estemos perdiendo una obra de arte o nos estemos empachando con dulces baratos.
No importa en realidad quién ha escrito el libro en el sentido de que uno ya identifica al autor al leer entre líneas. Puede saber su ideología. Un libro siempre ayuda a pensar. ¿Para qué juzgar a quien lo escribió? Pues si es así nos quedamos sin la mitad de la literatura universal: no he conocido a nadie sin ninguna tacha.
Desgraciademente hay muchos autores que hacen lo contrario, ocultan el arte y buscan ser ellos los protagonistas, reduciendo a sus personajes a modas o estilos que dan mucho dinero.
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