Mientras escribo esto a las cuatro de la madrugada siento que todos estamos en cierta manera un poco de luto: ayer falleció a sus setenta y seis años el escritor John Updike.
Me siento un poco huérfana. Al fin y al cabo nos comunicamos gracias a las palabras, y Updike, a pesar de no haber recibido el Premio Nobel (por otra parte, nada representativo en cuanto a su capacidad de llegar a las personas como escritor) fue galardonado en dos ocasiones con el Premio Pulitzer gracias a dos libros de su famosa saga Rabbit Angstrom: Conejo es rico (1981) y Conejo descansa (1990). A estos precedieron Corre Conejo (1960) y El regreso del Conejo (1971), novelas cuyo común protagonista, Harry Rabbit Angstrom, en el que focalizaría todas las frustraciones y también virtudes de la clase media norteamericana, considerada aquí culta a través de la religión y del cine, y por tanto, también gris y triste, Updike se consolidaría como el escritor más conocido de su tiempo entre contemporáneos de la talla de J.D. Salinger, por ejemplo, de quien se le consideraría sucesor, aunque del último pensamos que vive todavía.
Antes de lanzarse a escribir acerca de las pequeñas miserias del pueblo norteamericano, John Updike empezó a publicar en The New Yorker, tras todo lo cual nos ha dejado como legado más de sesenta libros en su haber, asegurándose que llegaría a escribir uno por año.
En 1980 habríamos de destacar Problems; Parejas toca el difícil tema de la infidelidad que tuvo una rápida aceptación convirtiéndose en casi un best-seller. Su último libro, Terrorista nos lleva sin lugar a dudas a saber que Updike no escribió en vano, sino que se comprometió hasta el final.
Por eso, aunque una noche más tarde pretendo rendirle homenaje a un escritor que pretendió hacer un retrato fiel de norteamérica, que lo consiguió con talento y a quien el éxito le llegó con raciones politizadas, como suele pasar.
Un adiós desde aquí, te echaremos de menos, y para vergüenza mía, como suele pasar, te leeré más, porque no te conocí bastante. Siento que padecieras tanto dolor. Espero que estés donde estés, sea mejor que el sitio que compartimos. Sentimos tu ausencia.
In memoriam: John Updike (Pennsylvania, 18 de marzo de 1932-3 de abril de 2009)
Me siento un poco huérfana. Al fin y al cabo nos comunicamos gracias a las palabras, y Updike, a pesar de no haber recibido el Premio Nobel (por otra parte, nada representativo en cuanto a su capacidad de llegar a las personas como escritor) fue galardonado en dos ocasiones con el Premio Pulitzer gracias a dos libros de su famosa saga Rabbit Angstrom: Conejo es rico (1981) y Conejo descansa (1990). A estos precedieron Corre Conejo (1960) y El regreso del Conejo (1971), novelas cuyo común protagonista, Harry Rabbit Angstrom, en el que focalizaría todas las frustraciones y también virtudes de la clase media norteamericana, considerada aquí culta a través de la religión y del cine, y por tanto, también gris y triste, Updike se consolidaría como el escritor más conocido de su tiempo entre contemporáneos de la talla de J.D. Salinger, por ejemplo, de quien se le consideraría sucesor, aunque del último pensamos que vive todavía.
Antes de lanzarse a escribir acerca de las pequeñas miserias del pueblo norteamericano, John Updike empezó a publicar en The New Yorker, tras todo lo cual nos ha dejado como legado más de sesenta libros en su haber, asegurándose que llegaría a escribir uno por año.
En 1980 habríamos de destacar Problems; Parejas toca el difícil tema de la infidelidad que tuvo una rápida aceptación convirtiéndose en casi un best-seller. Su último libro, Terrorista nos lleva sin lugar a dudas a saber que Updike no escribió en vano, sino que se comprometió hasta el final.
Por eso, aunque una noche más tarde pretendo rendirle homenaje a un escritor que pretendió hacer un retrato fiel de norteamérica, que lo consiguió con talento y a quien el éxito le llegó con raciones politizadas, como suele pasar.
Un adiós desde aquí, te echaremos de menos, y para vergüenza mía, como suele pasar, te leeré más, porque no te conocí bastante. Siento que padecieras tanto dolor. Espero que estés donde estés, sea mejor que el sitio que compartimos. Sentimos tu ausencia.
In memoriam: John Updike (Pennsylvania, 18 de marzo de 1932-3 de abril de 2009)
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