No quiero ser marinero por
no alejarme de Cádiz
prefiero navegar en tu Verbo, que también es
azul.
Hemos querido
hacerte un pequeño homenaje en tu cumpleaños, esta ofrenda floral que sólo tú
mereces.
Mujer de
sencillez ejemplar, de modestia admirable, esa modestia que sólo tienen los
sabios. No necesitas alardear de tu arte ni coquetear frente a los elogios a tu
saber, pues ante tal evidencia cualquier comentario es superfluo.
Poetisa y sufridora, porque la
escritura en general, pero sobre todo la poesía, se sufre. Escritora sincera,
vuelcas tu corazón en cada frase. Trabajadora, ama de casa, abuela, madre que
madruga para amasar el pan que alimenta el cuerpo, y luego amasa el verso que
alimenta el alma. Gracias por todos los sueños que nos has regalado, y por los
que necesitamos que nos inventes en el futuro.
Bondadosa
incluso en tus críticas, con esa elegancia que te confiere el no conocer el
odio ni la ira. Guardas un secreto en tu mirada casi nunca confesado que otorga
cierta lentitud a tus gestos, calma a tus expresiones. Silencios del corazón
que no desembocan.
Amo tu deje
innato y espontáneo, esas eses que quitas o multiplicas, que dispones a tu
gusto y forma, ese acento “hispano americano” que llena de grandeza la palabra.
Adoro tu caligrafía tan básica, letra de posguerra, la misma que tenéis todos
los que habéis pasado faltas, trazos que parecen esconder todavía cierto
temor. Pero ¿temor a qué?,
si ya amanece.
Quizá cumplas ochenta, pero tu
corazón destrenza pocos años, ¿siete,
ocho? Igual que en tu poema, te imagino como una niña: sola, frágil, de pie
en medio de la noche. No temas a lo oscuro, abre las páginas de tus
manuscritos, en ellas despunta el alba y te tiende su mano virginal y salvadora.
Regálanos tus versos para soñar
el bien, la libertad, la belleza del mundo. Asómate a la luz que desprenden tus
sueños, déjate conducir por el canto del ángel que te habla sotto voce y que guía tu mano, por el caballo alado que
te lleva —nos lleva— hacia un mundo más azul
y habitable, hacia un sueño tangible, hasta una utopía que va cobrando vida
primero en tu libreta, luego en los corazones.
Vuelca sobre el papel toda esa
pasión endecasílaba para goce de todos, y abramos las ventanas que ya amanece.
Mira, iaia María: Llueve,
llora, sonríe la mañana.
manolo martín
22 de octubre de 2000
80 cumpleaños de la iaia María
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