
Viéndonos reflejados en antiguos libros,
escritos por otros como nosotros.
Hundidos en el silencio,
sólo roto -a veces-,
por un teclado desdentado y febril.
Consumo pastillas para existir,
ya que no te tengo a ti.
Y en mi espera,
que es tiempo transcurrido,
me hago más pequeño.
Quiebro la esquina,
que hay detrás de mi corazón,
y de un pálpito te imagino. Pero no eres tú.
Regreso a mi salvavidas, en mitad de un mar sin nombre,
donde tan sólo me queda esperarte.
Esperarte nada más.
Jaime López
No hay comentarios:
Publicar un comentario