FLASH DE NOVEDADES:

Citas de Heinrich Heine: "Si quieres viajar hacia las estrellas, no busques compañía" █ "Los sabios emiten ideas nuevas; los necios las expanden". █ "La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca". █ "Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres". █ "Un amigo me preguntaba porqué no construíamos ahora catedrales como las góticas famosas, y le dije: Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión."

Ciudadanos de Babia

31.3.10

'Consejos a los jóvenes literatos' #2


II
DE LOS SALARIOS
Por hermosa que sea una casa es ante todo -y antes de que su belleza quede demostrada- tantos metros de frente por tantos de fondo. De igual modo la literatura, que es la materia más inapreciable, es ante todo una serie de columnas escritas; y el arquitecto literario, cuyo sólo nombre no es una probabilidad de beneficio, debe vender a cualquier precio.
Hay jóvenes que dicen: "Ya que esto vale tan poco, ¿para qué tomarse tanto trabajo?" Hubieran podido entregar trabajo del mejor; y en ese caso sólo hubieran sido estafados por la necesidad actual, por la ley de la naturaleza; pero se han estafado a sí mismos. Mal pagados, hubieran podido honrarse con ello; mal pagados, se han deshonrado.
Resumo todo lo que podría escribir sobre este asunto en esta máxima suprema, que entrego a la meditación de todos los filósofos, de todos los historiadores y de todos los hombres de negocios: "¡Sólo es con los buenos sentimientos con los que se llega a la fortuna!"
Los que dicen: "¡Para qué devanarse los sesos por tan poco!" son los mismos que más tarde quieren vender sus libros a doscientos francos el pliego, y rechazados, vuelven al día siguiente a ofrecerlo con cien francos de pérdida.
El hombre razonable es el que dice: "Yo creo que esto vale tanto, porque tengo genio; pero si hay que hacer algunas concesiones, las haré, para tener el honor de ser de los vuestros".


III
DE LAS SIMPATÍAS Y DE LAS ANTIPATÍAS
En amor como en literatura, las simpatías son involuntarias; no obstante, necesitan ser verificadas, y la razón tiene ulteriormente su parte.
Las verdaderas simpatías son excelentes, pues son dos en uno; las falsas son detestables, pues no hacen más que uno, menos la indiferencia primitiva, que vale más que el odio, consecuencia necesaria del engaño y de la desilusión.
Por eso yo admiro y admito la camaradería, siempre que esté fundada en relaciones esenciales de razón y de temperamento. Entonces es una de las santas manifestaciones de la naturaleza, una de las numerosas aplicaciones de ese proverbio sagrado: la unión hace la fuerza.
La misma ley de franqueza y de ingenuidad debe regir las antipatías. Sin embargo, hay gentes que se fabrican así odios como admiraciones, aturdidamente. Y esto es algo muy imprudente; es hacerse de un enemigo, sin beneficio ni provecho. Un golpe fallido no deja por eso de herir al menos en el corazón al rival a quien se le destinaba, sin contar que puede herir a derecha e izquierda a alguno de los testigos del combate.
Un día, durante una lección de esgrima, vino a molestarme un acreedor; yo lo perseguí por la escalera, a golpes de florete. Cuando volví, el maestro de armas, un gigante pacífico que me hubiera tirado al suelo de un soplido, me dijo: "¡Cómo prodiga usted su antipatía! ¡Un poeta! ¡Un filósofo! ¡Ah, que no se diga!" Yo había perdido el tiempo de dos asaltos, estaba sofocado, avergonzado y despreciado por un hombre más, el acreedor, a quien no había podido hacer gran cosa.
En efecto, el odio es un licor precioso, un veneno más caro que el de los Borgia, pues está hecho con nuestra sangre, nuestra salud, nuestro sueño ¡y los dos tercios de nuestro amor! ¡Hay que guardarlo avaramente!


continuará...



Charles Baudelaire

30.3.10

Glenn Gould #2


Sarabande / Partita No.4 (BWV 828) de Johann Sebastian Bach.

29.3.10

UN CENTENAR DE PERSONAS RINDE HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ FRENTE A SU TUMBA


29.03.10 - 02:24 - EL CORREO ALICANTE.
Opinión *

Más de un centenar de personas se reunieron ayer ante la tumba de Miguel Hernández en el cementerio municipal de Alicante para recordarle con flores y un recital poético. El motivo de esta cita fue la celebración del vigésimoctavo aniversario de la muerte del poeta, de quien este año se conmemora el centenario de su nacimiento.
Los restos mortales del poeta descansan en el paseo central del cementerio, en una rotonda dedicada a alicantinos ilustres. Organizado por la Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica, a este acto han acudido representantes sindicales y políticos.
Además del recital con sus versos y los de otros autores que inspiraron al escritor de Orihuela, los organizadores procedieron a la colocación «simulada» de la maqueta del memorial que el próximo octubre erigirán, con un coste de unos 17.000 euros, a la memoria de los republicanos asesinados y enterrados en la fosa común número 12 del camposanto.
A quinientos metros de la tumba de Miguel Hernández, esta maqueta exhibe los nombres de 719 alicantinos fusilados entre 1939 y 1945, y cuyos restos fueron sepultados en diferentes grupos en este lugar. Según el miembro de la Comisión Cívica Luis Pesquera, aún no han solicitado formalmente al Ayuntamiento la colocación de este memorial ya que están a la espera de disponer del proyecto constructivo porque se necesita una pequeña cimentación.
Por otro lado, la asociación de vecinos El Templete de Benalúa, barrio donde se ubicaba el antiguo reformatorio de adolescentes de Alicante, depositó una flor, una vela y un trozo de papel con versos junto al monumento dedicado a Miguel Hernández, en el lugar que ocupan actualmente los juzgados de primera instancia de la ciudad.

25.3.10

Pensamiento corto #5



○El viento es insolente cuando nos empuja y despeina, 
amable cuando sugiere.

○La vida es el arma mas poderosa contra la muerte.

○Hemos perdido la guerra con la vida, 
pero nos quedan las batallas de los dias. 



©Jaime López

23.3.10

'Consejos a los jóvenes literatos' #1



Los preceptos que se van a leer son fruto de la experiencia; la experiencia implica una cierta suma de equivocaciones; y como cada cual las ha cometido –todas o poco menos-, espero que mi experiencia será verificada por la de cada cual.
***

I
DE LA SUERTE Y DE LA MALA SUERTE EN LOS COMIENZOS

Los jóvenes escritores que hablando de un colega novel dicen con acento matizado de envidia: "¡Ha comenzado bien, ha tenido una suerte loca!", no reflexionan que todo comienzo está siempre precedido y es el resultado de otros veinte comienzos que no se conocen.
...creo más bien que el éxito es, en una proporción aritmética o geométrica, según la fuerza del escritor, el resultado de éxitos anteriores, a menudo invisibles a simple vista. Hay una lenta agregación de éxitos moleculares; pero generaciones espontáneas y milagrosas jamás.
Los que dicen: "Yo tengo mala suerte", son los que todavía no han tenido suficientes éxitos y lo ignoran.
***
Libertad y fatalidad son dos contrarios; vistas de cerca y de lejos son una sola voluntad.
Y es por eso que no hay mala suerte. Si hay mala suerte, es que nos falta algo: ese algo hay que conocerlo y estudiar el juego de las voluntades vecinas para desplazar más fácilmente la circunferencia.

Continuará...

Charles Baudelaire

21.3.10

En el Día mundial de la Poesía


El Día Mundial de la Poesía fue impulsado por la Unesco para promover la poesía como una forma esencial de cultura, como forma de arte y de expresión. La Unesco creyó necesario dedicarle un día, considerando éste como una acción mundial a favor de la única prueba concreta de la existencia del hombre, y reconociendo su papel social como instrumento de despertar y de toma de conciencia.

La poesía como denuncia y alegato, coincidiendo con Celaya en ver que la poesía es un arma cargada de futuro.El arte que se arma para armar, para amar, que no para matar. Para ofrecer futuro y dignidad al ser humano encontrándose con lo más profundo y esencial de su ser.

Su lectura es la más humana de las acciones, es el ejercicio necesario para la inteligencia, y tener encomendada la responsabilidad de favorecer y fomentar la lectura, y apoyar y difundir la creación literaria, es una tarea extraordinariamente satisfactoria.

Debemos mucho a la literatura en general y a la poesía en particular, y poder celebrar el comienzo de la primavera festejando la poesía, es motivo suficiente para sentirse alegre y motivado en la empresa de cada día.

Porque los grandes poemas nos acompañan a lo largo de la vida, constituyen uno de los grandes acervos culturales compartidos y nos regalan palabras para aquello que la mayoría sólo sabemos sentir y no nombrar. Quizás por eso Gil de Biedma dijo “Yo creía que quería se poeta, pero en el fondo quería ser poema”.

Lo poético nos conecta directamente con lo oculto, lo arcano, lo inexistente, lo irreal… y que, sin embargo, es lo esencial para poder entender lo vivido y prepararse para lo por vivir. Nada nos ofrece más verdad que una metáfora, más profundidad que una paradoja, más rítmica que un buen verso, más reflexión que un Haiku, más consuelo que una elegía o más belleza que una oda.

Por eso estamos tan agradecidos a los poetas y les recordamos con veneración, como este año 2010 al muy querido y recordado Miguel Hernández con el que seguimos manteniendo correspondencia más allá de su muerte, como él mismo pedía.

Es cierto, sin embargo, que la poesía no está en las listas de éxitos de los libros más vendidos y que los nuevos poetas –que los hay, y muy buenos– no son los más reconocidos de los artistas actuales y vivir de la poesía no es tan fácil como vivir gracias a la poesía. ¡Porque, sin duda, la poesía nos ayuda a vivir!. Sirva el día de hoy para que todos recordemos lo que, quizás por las prisas diarias, se nos olvida.

“La poesía dice honduras que a veces la prosa calla”, escribió Mario Benedetti en su libro Rincón de Haikus en 1999.

Soledad Herrero 

20.3.10

MIL AÑOS DE LITERATURA


Mil años de literatura

19 Marzo 10 - J. O.- Madrid

José-Carlos Mainer dirige la primera historia de las letras españolas de las últimas tres décadas

La idea surgió hace tres años durante una conversación. «Cuando me lo propusieron me quedé soprendido. Conocía el empeño que tenía la editorial para sacar adelante un proyecto tan relevante, pero incluso así...». Después de aceptar y asumir la dirección sobrevinieron doce intensos meses para José-Carlos Mainer. Un largo periodo para reflexionar y encauzar ideas. «Fue un tiempo de meditación para gestionar y diseñar el contenido. Elegí a los colaboradores y aceptaron todos a los que se lo propuse. Hasta desarrollé un libro de estilo en el que indicaba que no quería negritas ni párrafos llenos de referencias. Quería una narración abierta, sin muletas. Aspiraba a algo que se pudiera leer». El resultado es la primera «Historia de la literatura española» en los últimos treinta años. Un ambicioso plan que ahora ha comenzado a publicar la editorial Crítica. Está estructurado en nueve volúmenes con vocación de convertirse en estudios de referencia. Siete tomos son históricos. Otros dos, de conocimientos transversales y con apenas antecedentes: «Historia de las ideas literarias en España», que coordina José María Pozuelo, y «El lugar de la literatura española», a cargo de Fernando Cabo Aseguinolaza.


Carácter propio
El primer volumen, «Modernidad y nacionalismo. 1900-1930», está redactado por el director de la colección, José-Carlos Mainer, catedrático de la Universidad de Zaragoza. «No tiene intención de manual. Cada libro es un ensayo de síntesis del autor. Están escritos de una forma amena, porque también está previsto que cada libro pueda ser leído por personas interesadas en las letras. Conjuga el nivel científico con la divulgación». Mainer ha querido ir más lejos, añadir una vuelta de tuerca más. Darles un carácter propio. «Cada tomo explica qué se entendía por literatura en esa época. La relación que el escritor tenía con la sociedad». A esta propuesta ha añadido el desplazamiento del autor del eje principal para ceder el protagonismo a la obra literaria. « Es una historia de la difusión del libro, del entendimiento de la literatura. Una obra no es independiente del escritor, pero cuando mencionamos “El romancero gitano” o “Luces de bohemia” vemos que es la cristalización de un autor. Producen un cambio en el género. Cada obra es una constelación. La historia de la literatura es la historia de esos libros».



Malos tiempos para leer
Mainer reconoce que ahora «el clima cultural no es favorable para la lectura. No hay más que ver, aunque se haya remarcado en otros lugares, que en “Gran Hermano” estaba prohibido leer, como si el que lee fuera un aburrido. Hace unos años hubo un incremento de la lectura en nuestro país. Pero ahora hay algo en el ambiente que no había en los setenta y los ochenta, que quizá fueran unas décadas más inocentes, que es hostil a los libros. Hoy se lee en internet, pero la mayoría de las cosas son tonterías y esto se acabará notando, aunque nunca se sabe, porque este país da muchas sorpresas».


Refranero popular español: Primavera

Agua de primavera, si no es torrencial, llena la panera.
Cuando el invierno primaverea, la primavera invernea.
La primavera la sangre altera.
Mucha flor en primavera, buen otoño nos espera.
Puta primaveral, alcahueta otoñal y beata invernal.


18.3.10

Cuentos anónimos: Un hombre, su caballo, su perro y el cielo

Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por una calle. Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta de que los tres habían muerto en un accidente.

Hay veces que lleva un tiempo para que los muertos se den cuenta de su nueva condición. La caminata era muy larga, cuesta arriba. El sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban desesperadamente agua. En una curva del camino, avistaron un portón magnífico, todo de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro, en el centro de la cual había una fuente de donde brotaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que desde una garita cuidaba de la entrada.

-Buen día -dijo el caminante.

-Buen día -respondió el hombre.

-¿Qué lugar es este, tan lindo? -preguntó el caminante.

-Esto es el cielo -fue la respuesta.

-Qué bueno que llegamos al cielo, estamos con mucha sed -dijo el caminante.

-Usted puede entrar a beber agua a voluntad -dijo el guardián, indicándole la fuente.

-Mi caballo y mi perro también están con sed.

-Lo lamento mucho -le dijo el guarda-. Aquí no se permite la entrada de animales.

El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande. Mas él no bebería, dejando a sus amigos con sed. De esta manera, prosiguió su camino. Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semiabierto. El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero; parecía que dormía...

-Buen día -dijo el caminante.

-Buen día -respondió el hombre.

-Estamos con mucha sed, mi caballo, mi perro y yo

-Hay una fuente en aquellas piedras -dijo el hombre indicando el lugar-. Pueden beber a voluntad.

El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.

-Muchas gracias -dijo el caminante al salir.

-Vuelvan cuando quieran -respondió el hombre.

-A propósito -dijo el caminante- ¿cuál es el nombre de este lugar?

-Cielo -respondió el hombre.

-¿Cielo? ¡Mas si el hombre en la guardia de al lado del portón de mármol me dijo que allí era el cielo!

-Aquello no es el cielo, aquello es el infierno.

El caminante quedó perplejo. Dijo:

-Esa información falsa debe causar grandes confusiones.

-De ninguna manera -respondió el hombre-. En verdad ellos nos hacen un gran favor. Porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

FIN

Anónimo

15.3.10

Homenaje a Delibes: La sombra del ciprés es alargada (fragmento)


Yo nací en Ávila, la vieja ciudad de las murallas, y creo que el silencio y el recogimiento casi místico de esta ciudad se me metieron en el alma nada más nacer. No dudo de que, aparte otras varias circunstancias, fue el clima pausado y retraído de esta ciudad el que determinó, en gran parte, la formación de mi carácter.
De mi primera niñez bien poco recuerdo. Casi puede decirse que comencé a vivir, a los diez años, en casa de don Mateo Lesmes, mi profesor. Me acuerdo perfectamente, como si lo estuviera viendo, del día que mi tutor me presentó él...
Se iniciaba ya el otoño. Los árboles de la cuidad comenzaban a acusar la ofensiva de la estación. Por las calles había hojas amarillas que el viento, a ratos, levantaba del suelo haciéndolas girar en confusos remolinos. Hicimos el camino en la última carretela descubierta que quedaba en la ciudad. Tengo impresos en m cerebro los menores detalles de aquella mi primera experiencia viajera. Los cascos caballos martilleaban las piedras de la calzada rítmicamente, en tanto las ruedas, rígidas y sin ballestas, hacían saltar y crujir el coche con gran desesperación de mi tío y extraordinario regocijo por mi parte.
Ignoro las calles que recorrimos hasta llegar a la placita silente donde habitaba don Mateo. Era una plaza rectangular con una meseta en el centro, a la que se llegaba merced al auxilio de tres escalones de piedra. En la meseta crecían unos árboles gigantescos que Cobijaban bajo sí una fuente de agua cristalina, llena de rumores y ecos extraños.
Del otro lado de la plaza, cerraba sus confines una mansión añosa e imponente, donde un extraño relieve, protegido en una hornacina, hablaba de hombres y tiempos remotos; hombres y tiempos idos, pero cuya historia perduraba amarrada a aquellas piedras milenarias.
Cuando descendimos del coche experimenté una sincera vocación de ser auriga. Tenía el cochero un aspecto imponente encaramado en su sitial delantero, con los pies cubiertos por una media bota acharolada y unas polainas blancas protegiéndole sus piernas delgadas y sin forma. Pero mi tío, que no debía de sentir hacia él el mismo respeto que yo, le despidió tan pronto pusimos nuestras humanidades en tierra.
(...)

Miguel Delibes
(1920 - 2010)

14.3.10

Me protege

Me protege la poesía de todo mal.
De tanto daño injustificado, de tanta necedad.
Me protege de rayo mal intencionado.
De la nube febril de marzo.
Del sol oscuro de un pasadizo de mi alma.
Me protege del beso deseado.
De la llama de fuego que me quiere quemar.
De la noche oscura, cuando me llama en mi soledad.
De la rutina quebrada, por un latido que viene y se va.
Me protegen mis versos, los silencios y el compás.
Me protege la memoria para no olvidar.
La gata de la ventana al maullar.
La rima y la niña que me las da.
Me protegen tantas cosas, que no las quiero dejar.


Jaime López

12.3.10

Actividades artísticas - Poetas y poetas



Fallece Miguel Delibes

Agencias | 12/03/2010 Esta mañana ha fallecido el escritor español Miguel Delibes a los 89 años de edad en su casa de Valladolid. Miguel Delibes se encontraba en estado crítico desde ayer, por lo que ha fallecido rodeado de sus hijos y allegados.

El escritor español Miguel Delibes ha fallecido hoy en torno a las 7.00 horas de la mañana. Miguel Delibes, de 89 años de edad, permanecía muy delicado de salud desde ayer por lo que, en el momento de su muerte, se encontraba en su domicilio de Valladolid rodeado de sus hijos y demás familiares.

El Premio Cervantes se encontraba inconsciente desde ayer y su salud se había agravado drásticamente en las últimas horas. El rey Juan Carlos, íntimo amigo del escritor, llamó a su domicilio para interesarse por el estado de Delibes.

Miguel Delibes, escritor premiado con el 'Príncipe de Asturias' y el 'Cervantes'

Miguel Delibes ha sido maestro de periodistas, académico de la Lengua y escritor pre

miado con los máximos galardones de las letras españolas: el 'Príncipe de Asturias' y el 'Cervantes'.

Delibes se consideraba «un narrador rural apasionado por la naturaleza» que abordó en su obra 'Castilla y su drama' y que siempre se mantuvo fiel a sí mismo.

Sus textos literarios son un retrato fiel y crítico de las tierras y hombres de su Cas

tilla natal, además de un alegato en favor de la naturaleza y de la armonía entre el hombre y el medio natural.

Viajero, cazador, pescador y amante de la naturaleza, Miguel Delibes nació el 17 de octubre de 1920 en Valladolid, ciudad en la que transcurrió su vida.


Hasta siempre, maestro.

11.3.10

LA BICICLETA DE MARGOT


La bicicleta era su única arma, su vía de escape a todo, su independencia, su posibilidad más cierta de llegar a donde le placiera o necesitase o sencillamente quisiera. A sus setenta y cinco años su bici no era sino una muleta más, ese apoyo del que todos necesitamos durante toda nuestra vida, ese vicio personal e inconfesable que para unos es el tabaco, para otros la comida, los libros, la música o la bebida, porque pedalear era para Margot la compulsión de su obsesión por la libertad, y aunque su recorrido se limitase a la ciudad ella aliviaba su necesidad y alimentaba su vicio a un tiempo.
Por eso cuando su amiga Cherry vio el accidente supo que ella no sobreviviría. Margot pedaleaba con más desesperación de lo habitual aquella tarde, por lo que el atropello fue atroz. Margot cayó duramente contra el suelo con un ruido sordo justo delante del coche. Fue capaz de levantar lo suficiente la cabeza para ver su amada bicicleta bajo las ruedas del vehículo. Bajó la mirada hacia sus piernas y deduciendo la ausencia de toda salvación, alargó la mano hacia su alter ego y apoyó con una dignidad extraordinaria su pesada cabeza sobre la carretera, expirando en paz.




Carolina Torrecilla García, escrito en Málaga, el 15 de noviembre de 2005

10.3.10

Siete razones para no escribir novelas y una sola para escribirlas

Se me ocurren las siguientes razones para no escribir novelas hoy en día:

Primera
Hay demasiadas y demasiada gente las escribe. No sólo siguen existiendo y pidiendo eternamente ser leídas las del pasado, sino que cada año millares de ellas, enteramente nuevas, aparecen en los catálogos de las editoriales y en las librerías de todo el mundo; y no sólo eso, sino que muchos millares más son rechazadas por los catálogos de las editoriales y no llegan a las librerías, pero no por ello dejan de existir también.
Se trata, por tanto, de una actividad vulgar, en principio al alcance de cualquier persona que haya aprendido a escribir en la escuela, para la que no se requiere ningún tipo de estudios superiores ni de formación específica.


Segunda
Escribirlas no tiene mérito. La prueba de ello es que se trata de un género que, ocasionalmente o no, practica toda clase de individuo, sea cual sea su profesión, y que por lo tanto debe ser fácil y sin ningún misterio. No de otra forma se explica que lo puedan cultivar los poetas, los filósofos y los dramaturgos; los sociólogos, los lingüistas, los banqueros, los editores y los periodistas; los políticos, los cantantes, las presentadoras de televisión y los entrenadores de fútbol; los ingenieros los maestros de escuela, los diplomáticos (a cientos), los funcionarios y los actores de cine; los críticos, los aristócratas, los curas y las amas de casa; los psiquiatras, los profesores universitarios y de instituto, los militares, los terroristas y los pastores de cabras. Esto hace pensar, sin embargo, que, dejando de lado su facilidad y su falta de mérito, la novela debe dar algo, o bien constituir un adorno. Pero ¿qué clase de adorno es ese que está al alcance de todas las profesiones, independientemente de su formación previa, prestigio y poder adquisitivo? ¿Qué es lo que da?

Tercera
La novela no da dinero, o, mejor dicho, sólo una de cada cien novelas publicadas – por aventurar un porcentaje optimista – da buen dinero a su autor. En el mejor de los casos son cantidades que no le cambian la vida a nadie, es decir, que no sirven para retirarse; además de eso, una novela de extensión regular y una mínima legibilidad, lleva meses, a veces años de trabajo. Invertir todo ese tiempo en una tarea que tiene un uno por ciento de posibilidades de resultar rentable es un disparate, sobre todo teniendo en cuenta que en principio nadie – ni siquiera los aristócratas o las amas de casa con servicio – disponen hoy en día de ese tiempo. (El Marqués de Sade y Jane Austen lo tenían, sus equivalentes de hoy no lo tienen, y lo que es peor, ni siquiera los aristócratas y las amas de casa que no escriben, pero leen, tienen tiempo de leer lo que escriben sus colegas escritores).

Cuarta
La novela no da fama, o, si la da, es pequeña y puede conseguirse por medios más rápidos y menos laboriosos. La verdadera fama, como todo el mundo sabe, la da hoy en día la televisión, en la cual es cada vez más raro que aparezca un novelista, a no ser que lo haga no en virtud del interés o excelencia de sus novelas, sino en su calidad de competente majadero o payaso, junto a otros payasos procedentes de otros campos, artísticos o no, eso resulta indiferente. Las novelas de ese novelista verdaderamente famoso – una celebridad televisiva – serán sólo el engorroso pretexto inicial y pronto olvidado de su popularidad, cuyo mantenimiento dependerá mucho más de su capacidad para manejar un bastón, enrollarse una bufanda al cuello, ladearse el peluquín, lucir camisas hawaianas o penosos chalecos, contar cómo se comunica con su Dios heterodoxo y su virgen ortodoxa o lo bien y auténticamente que se vive entre los moros (esto al menos en España), que de la bondad de sus futuras obras, que en realidad a nadie importan.
Por otra parte, es un despropósito esforzarse en escribir novelas para ganar la fama (aunque sólo sea redactar de manera pedestre, eso lleva también su tiempo) cuando en la actualidad no se precisa nada de particular ni muy tangible para obtenerla: un matrimonio o un lío con la persona adecuada y la subsiguiente estela de conyugalidades y extra conyugalidades son mucho más eficaces.
También es fácil el expediente de cometer algunas indecencias o barbaridades, siempre que no sean tan graves para llevarlo a uno a la cárcel durante demasiado tiempo.


Quinta
La novela no da la inmortalidad, entre otras razones porque esta ya apenas existe. Por no existir, ni siquiera parece existir la posteridad, entendiendo por tal la propia de cada individuo: todo el mundo es olvidado a dos meses de su muerte. El novelista que crea lo contrario es anticuadamente fatuo o anticuadamente ingenuo. Cuando los libros duran a lo sumo una temporada, no sólo porque los lectores y los críticos los olviden sino porque ni siquiera se los va a encontrar en las librerías a los pocos meses de un nacimiento ( tal vez ni siquiera haya ya librerías), es iluso pensar que una de nuestras obras será imperecedera. ¿Cómo van a ser imperecederas si la mayoría nacen ya perecidas o con la expectativa de vida de un insecto? Con la duración ya no puede contarse.

Sexta
Escribir novelas no halaga la vanidad, ni siquiera momentáneamente.
A diferencia del director de cine o del pintor o del músico, que pueden observar la reacción de unos espectadores frente a sus obras e incluso oír sus aplausos, el novelista no ve a sus lectores leyendo su libro ni asiste a su aprobación, emoción o complacencia.
Si tiene la suerte de vender muchos ejemplares, tal vez podrá consolarse con un número, despersonalizado y abstracto como todos los números por alto que sea, y además deberá saber que comparte ese tipo de cifra y consuelo con los siguientes autores: maîtres de cocina que divulgan sus recetas, biógrafos escandalosos de personalidades regias con la cabeza a pájaros, futurólogos con cadena, collares e incluso capa o chilaba, maldicientes hijas de actrices, columnistas fascistas que ven el fascismo por todas partes menos en sí mismos, palurdos gomosos que dan lecciones de modales y otras plumas así de eminentes. En cuanto al elogio posible dela crítica, es muy difícil que lo reciba; si lo recibe, es muy posible que se lo concedan perdonánd
ole la vida y amenazándole para la ocasión siguiente; si no es así, es posible que él juzgue que su libros a gustado por razones equivocadas; y si nada de eso sucede y el elogio es abierto generoso e inteligente, lo más probable es que se enteren de ello cuatro gatos, lo cual, para una vez que se dan todas las circunstancias favorables, resultará de lo más desdichado y frustrante.

Séptima
Agrupo aquí todas aquellas razones inveteradas, tanto que resultan aburridas, tales como la soledad en que el novelista trabaja, lo mucho que sufre forcejeando con las palabras y sobre todo con la sintaxis, la angustia ante la página en blanco, el desgaste de su alma pateada por niños y paisajes y geografías y llantos, su descarnada relación con verdades como puños que le eligen a él y sólo a él para manifestarse, su perpetuo pulso con el poder, su ambigua relación con la realidad que puede llegar a hacerle confundir verdad con mentira, su titánica lucha con sus propios personajes que a veces cobran vida propia y hasta se le escapan (hace falta ser pusilánime), lo mucho que bebe, lo especial o directamente anormal que ha de ser por vivir como artista, y demás zarandajas que han seducido a las almas cándidas o directamente memas durante demasiado tiempo, haciéndoles creer que había mucha pasión y mucha tortura y mucho romanticismo en el más bien modesto y placentero arte de inventar y contar historias.

Y esto me lleva a la única razón que veo para escribir novelas, muy poca cosa comparada con las anteriores siete, y sin duda en contradicción con alguna de ellas:

Primera y última
Escribirlas permite al novelista vivir buena parte de su tiempo instalado en la ficción, seguramente el único lugar soportable, o el que lo es más.
Esto quiere decir que le permite vivir en el reino de lo que pudo ser y nunca fue, por eso mismo en el territorio de lo que aún es posible, de lo que siempre estará por cumplirse, de lo que no está aún descartado por haber ya sucedido ni por que se sepa que nunca sucederá.
El novelista realista o al que así se llama, aquel que al escribir sigue instalado y vivien
do en el territorio de lo que es y sucede, ha confundido su actividad con la del cronista o el reportero o el documentalista. El novelista verdadero no refleja la realidad, sino más bien la irrealidad, entendiendo por esto último no lo inverosímil ni lo fantástico, sino simplemente lo que pudo darse y no se dio, lo contrario de los hechos, los acontecimientos, los datos y los sucesos, lo contrario de “lo que ocurre”. Lo que sólo es posible sigue siendo posible, eternamente posible en cualquier época y en cualquier lugar, y por eso se puede leer aún hoy el Quijote o Madame Bovary, se puede uno quedar a vivir una temporada con ellos dándoles crédito, esto es, no dándolos por imposibles ni por ya acaecidos, o lo que es lo mismo, por consabidos. La España de 1600 de lo que así se llama no existe, aunque es de suponer que se dio; como no existe ni cuenta más Francia de 1900 que la que Proust decidió incluir en su obra de ficción, la única que hoy conocemos. Antes he dicho que la ficción es el lugar más soportable. Lo es porque la diversión y consuelo a quienes lo frecuentan, pero también por algo más, a saber: porque además de ser eso, ficción presente, es también el futuro posible de la realidad. Y aunque nada tenga que ver con la inmortalidad personal, esto quiere decir que para cada novelista existe una posibilidad – infinitesimal, pero posibilidad – de que lo que escribe esté configurando y sea ese futuro que él nunca verá.

Javier Marías

8.3.10

Día de la mujer trabajadora: Como agua para chocolate (fragmeto)


(...) Algunas veces lloraba de balde, como cuando Nacha picaba cebolla, pero como las dos sabían la razón de estas lágrimas, no se tomaban en serio. Inclusive se convertían en motivo de diversión, a tal grado que durante la niñez Tita no diferenciaba bien las lágrimas de la risa de las del llanto. Para ella reír era una manera de llorar.

De igual forma confundía el gozo de vivir con el de comer. No era fácil para una persona que conoció la vida a través de la cocina entender el mundo exterior. Ese gigantesco mundo que empezaba de la puerta de la cocina hacia el interior de la casa, porque el que colindaba con la puerta trasera de la cocina y que daba al patio, a la huerta, a la hortaliza, sí le pertenecía por completo, lo dominaba. Todo lo contrario de sus hermanas, a quienes este mundo les atemorizaba y encontraban lleno de peligros incógnitos. Les parecían absurdos y arriesgados los juegos dentro de la cocina, sin embargo un día Tita las convenció de que era un espectáculo asombroso el ver cómo bailaban las gotas de agua al caer sobre el comal bien
caliente.

Pero mientras Tita cantaba y sacudía rítmicamente sus manos mojadas para que las gotas de agua se precipitaran sobre el comal y «danzaran», Rosaura permanecía en un rincón, pasmada por lo que observaba. En cambio Gertrudis, como en todo aquello donde interviniera el ritmo, el movimiento o la música, se vio fuertemente atraída hacia el juego y se integró con entusiasmo. Entonces a Rosaura no le quedó otra que tratar de hacer lo propio, pero como casi no se mojó las manos y lo hacía con tanto miedo, no logró el efecto deseado.Tita entonces trató de ayudarla acercándole las manos al comal. Rosaura se resistió y esta lucha no paró hasta que Tita, muy enojada, le soltó las manos y éstas, por inercia, cayeron sobre el ardiente comal. Además de ganarse una soberana paliza, Tita quedó privada de jugar con sus hermanas dentro de su mundo. Entonces Nacha se convirtió en su compañera de diversión. Juntas se dedicaban a inventar juegos y actividades siempre en relación con la cocina. Como el día en que vieron en la plaza del pueblo a un señor que formaba figuras de animales con globos alargados y se les ocurrió repetir el mecanismo pero utilizando trozos de chorizo. Armaron no sólo animales conocidos sino que además inventaron algunos con cuello de cisne, patas de perro y cola de caballo, por citar sólo algunos. (...)


Laura Esquivel

Actividades artísticas - Temporada de teatro 2010


Temporada de Teatre 2010 -
Sant Andreu de la Barca (Barcelona)

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*Documento en formato PDF

6.3.10

Hurtado de Mendoza, el autor del «Lazarillo»


Uno de los pocos retratos documentados de Diego Hurtado de Mendoza.


Sábado 06 de marzo de 2010
Oviedo, E.G.
Sociedad
Hurtado de Mendoza, el autor del «Lazarillo»

Aparece el primer documento que vincula al diplomático y militar andaluz con una de las obras cumbre de la literatura española

Oviedo, E. G.

Diego Hurtado de Mendoza nació a la par que el siglo XVI. Hijo del capitán general del Reino de Granada, recién terminada la Reconquista, hizo carrera militar y diplomática con Carlos V y fue amigo de la mismísima Teresa de Jesús. Su biografía está plagada de grandes hechos, pero nada comparado con el protagonismo que acaba de alcanzar 445 años después de su muerte: ser el más que probable autor de «El Lazarillo de Tormes», una de las cumbres de la literatura española.

El descubrimiento tiene nombre propio, la paleógrafa madrileña Mercedes Agulló, de 84 años de edad y toda una vida entre documentos históricos. Un libro inminente explicará los pormenores de una investigación que culminó con el estudio de la documentación de un tal Juan López de Velasco, cosmógrafo en la corte de Felipe II.

El destino deparó a López de Velasco ser encargado de la administración de la hacienda de Hurtado de Mendoza, y en la relación que hace de los papeles de Mendoza se incluye un epígrafe que dice: «un legajo de correcciones hechas para la impresión de Lazarillo y Propaladia».

El nombre de Hurtado de Mendoza siempre había sonado como posible autor del «Lazarillo», pero nunca hubo prueba documental alguna que avalara tal suposición, así que la autoría de la gran novela picaresca española es uno de los grandes misterios de nuestra literatura. La referencia al legajo con correcciones del «Lazarillo» en poder de Mendoza no es definitiva, pero casi. Se sabe que Hurtado de Mendoza era un hombre culto, amigo de Baltasar Gracián (puede que también de Lope de Vega) y nieto del marqués de Santillana.

Una sombra en la teoría es el añadido de Propaladia, una obra con autor conocido, Bartolomé de Torres Naharro, con quien Hurtado de Mendoza pudo coincidir en tierras italianas. La propia Mercedes Agulló afirma que no hay nada definitivo y quizás nunca llegue a confirmarse la autoría al cien por cien.

«El Lazarillo de Tormes» salió a la luz en 1554, sin nombre de autor. Cuestión de prevención, quizá, porque efectivamente la obra pasó al cajón de los libros prohibidos a las primeras de cambio. Se sabe que en 1559 ya estaba incluido en el catálogo de obras censuradas, pero «El Lazarillo» siguió creciendo con, al menos, cuatro ediciones antes del final del siglo XVI, algunas ya tras la muerte en 1575 de quien ahora se perfila como su autor.
Juan López de Velasco y Diego Hurtado de Mendoza se conocían, quizá gracias a «El Lazarillo». Velasco fue el encargado en 1573 de censurarlo a fin de que la obra pudiera librarse de la «cárcel» del catálogo de libros prohibidos. Aquella liberación literaria cogió a Mendoza ya con 73 años, pero flota la duda de si en las modificaciones a la novela original intervino el propio autor. Es en ese año de 1573 cuando se publica «Lazarillo de Tormes castigado», que era la fórmula para expresar aquellos títulos que habían sido sujetos a revisión moral. Para que no hubiera dudas, la edición incluye en portada «Impreso con licencia del Consejo de la Santa Inquisición.


Ha sido una gran suerte que haya filólogos con este entusiasmo de no desistir nunca del estudio y la investigación, pues ahora sabemos por fin que esta gran obra, considerada como la primera novela de la lengua española renacentista ya no es anónima, al menos de momento.
Es increíble cómo a través de la paleografía podemos estudiar los manuscritos y las diferentes tipografías de letras.
Admiro a esta Señora quien, con tesón y estudio, con su inteligencia y disciplina, ha sabido darnos mucho más a la literatura española.
Imagino ya en las aulas un nombre más que aprender, pero a mí me emociona como le tuvo que emocionar a ella llegar a la conclusión final, al último dato que lo corroboraba por fin para concluir: es de él.
La autoría de una obra es importante a través de la historia de la literatura universal. Ya sabíamos que es una novela importante. Ahora, al ponerle el nombre del autor, me pregunto qué nuevas teorías saldrán al respecto.
Suele pasar casi siempre. Tras un nombre ya hay más de una crítica. El libro va a ser leído con otros ojos y se elaborarán nuevas teorías, pero siempre seguirá siendo el eterno Lazarillo conduciendo al ciego, nuestro Lázaro de Tormes, engañando y escarmentando, tan dulce y tan mordaz, tan pícaro y tan real...la picaresca en España. Toda una época. Tal vez el libro que mejor la retrata.
Un libro maravilloso que nadie debería dejar de leer.

Carolina Torrecilla García. Málaga, a 6 de marzo de 2010.

4.3.10

Entrevista a John Updike

De Paris Review, Conversaciones de escritores (El Ateneo, Buenos Aires, 1998)

la relación de su escritura y la forma de vida:
"Repudio cualquier conexión esencial entre mi vida y lo que escribo. Creo que es un área de preocupación mórbida e inadecuada, si bien bastante natural... demasiadas preocupaciones mórbidas son naturales. Pero la obra, la palabra escrita sobre el papel, debe mantenerse apartada de nuestra presencia más viva. Cuando nos sentamos frente al escritorio nos transformamos en nada, excepto la excusa para esos pellejos que descartamos."

el interés de los escritores (Hemingway, Twain, Joyce, él mismo) en su infancia y primera juventud como tiempo especial:
"Nada que nos ocurra después de los veinte años será tan libre, tan despreocupado, porque para entonces ya tendremos vocación de escribir. La vida de los escritores se divide en dos mitades. Cuando uno descubre su vocación literaria disminuye su receptividad a la experiencia. Poder escribir se transforma en una especie de escudo, una forma de ocultamiento, una manera demasiado instantánea de transformar el dolor en miel... mientras que mientras uno es joven no puede evitar oponerse y observarse y sentir".

sobre el quehacer del escritor:
"Mi trabajo es meditación, no pontificación; por eso las entrevistas como esta se sienten como un doblez del crecimiento, una pose. No pienso mis libros como sermones o estrategias para una guerra de ideas, sino como objetos de diferentes formas y texturas, y dotados del misterio de todo lo que existe. La primera idea que tuve sobre el arte, cuando era niño, fue que el artista traía al mundo algo que no existía antes, y que lo hacía sin destruir nada a cambio. Una especie de refutación de la conservación de la materia. Esa me sigue pareciendo su magia central, su núcleo de alegría".

2.3.10

Te voy a dar un consejo

Te voy a dar un consejo,
que aprendí para mi daño:
un día que me hice viejo
a causa de un desengaño.
Si quieres a una mujer,
quierela de tal manera
que la dejes de querer,
antes de que ella no te quiera.

Porque en esto de amar
sucede lo que al reñir,
Es necesario matar o
es necesario morir...

El que no es tonto prefiere
siempre que de esto se trata,
al golpe de que se muere
el golpe con se mata;
porque al que mata,
lo encierran, pero lo indultan despues.
Al que muere, ya ves,
al que se muere lo entierran.

Aquí tienes un consejo
que aprendi para mi daño,
un dia que me hice viejo
a causa de un desengaño...


Joaquin Dicente

1.3.10

Sobre el género biográfico, Juan José Saer*


El rechazo escrupuloso de todo elemento ficticio no es un criterio de verdad. Puesto que el concepto mismo de verdad es incierto y su definición integra elementos dispares y aun contradictorios, es la verdad como objetivo unívoco del texto y no solamente la presencia de elementos ficticios lo que merece, cuando se trata del género biográfico o autobiográfico, una discusión minuciosa. Lo mismo podemos decir del género, tan de moda en la actualidad, llamado, con certidumbre excesiva, non-fiction: su especificidad se basa en la exclusión de todo rastro ficticio, pero esa exclusión no es de por sí garantía de veracidad. Aun cuando la intención de veracidad sea sincera y los hechos narrados rigurosamente exactos sólo que no siempre es así sigue existiendo el obstáculo de la autenticidad de las fuentes, de los criterios interpretativos y de las turbulencias de sentido propios a toda construcción verbal. Estas dificultades, familiares en lógica y ampliamente debatidas en el campo de las ciencias humanas, no parecen preocupar a los practicantes felices de la non-fiction. Las ventajas innegables de una vida mundana como la de Truman Capote no deben hacernos olvidar que una proposición, por no ser ficticia, no es automáticamente verdadera.

Podemos por lo tanto afirmar que la verdad no es necesariamente lo contrario de la ficción, y que cuando optamos por la práctica de la ficción no lo hacemos con el propósito turbio de tergiversar la verdad. En cuanto a la dependencia jerárquica entre verdad y ficción, según la cual la primera poseería una positividad mayor que la segunda, es desde luego, en el plano que nos interesa, una mera fantasía moral. Aun con la mejor buena voluntad, aceptando esa jerarquía y atribuyendo a la verdad el campo de la realidad objetiva y a la ficción la dudosa expresión de lo subjetivo, persistirá siempre el problema principal, es decir la indeterminación de que sufren no la ficción subjetiva, relegada al terreno de lo inútil y caprichoso, sino la supuesta verdad objetiva y los géneros que pretenden representarla. Puesto que autobiografía, biografía, y todo lo que puede entrar en la categoría de non-fiction, la multitud de géneros que vuelven la espalda a la ficción, han decidido representar la supuesta verdad objetiva, son ellos quienes deben suministrar las pruebas de su eficacia. Esta obligación no es fácil de cumplir: todo lo que es verificable en este tipo de relatos es en general anecdótico y secundario, pero la credibilidad del relato y su razón de ser peligran si el autor abandona el plano de lo verificable.


Juan José Saer (argentino, 1937-2005) fue profesor de literatura y estética, narrador y crítico literario. Desde 1968 hasta su muerte, residió en Francia. Su vasta obra narrativa, valorada como una de las máximas expresiones de la literatura argentina del último cuarto de siglo, tiene como puntos salientes los libros de cuentos Unidad de lugar (1967) y La mayor (1976), y las novelas Nadie nada nunca (1980), El entenado (1983), Glosa (1985), La ocasión (1986, Premio Nadal), Lo imborrable (1992) y La pesquisa (1994). También publicó ensayos sobre literatura, como El río sin orillas y el citado El concepto de ficción.

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